(Del Diario de Vida del poeta Gabriel Reyes)

jueves, 24 de febrero de 2011

El beso




Tu beso,
agua cristalina,
perdida como una gota entre la arena.

Llegó como un naufragio
hasta el abismo ronco de mi pecho marino.

Vino desde el fondo de la noche
de raudales, de remolinos infinitos
reclamando mi boca de naranja.

Tu beso fue cómplice a la hora de todos los silencios
(encantamiento anidado en la cintura del éxtasis).

Fue delirio junto a mi corazón sediento
y martirio en la roja caverna de tu boca ausente.

Fue sublime, frágil,
tan ligero como un niño descalzo.

Tu beso caminaba por mis manos, por mi cuello.
iba por mi espalda como el río por la roca,
feroz, multiplicadora, embrionaria,
abrasadora, desde el lecho materno de la espuma
hasta el cielo iluminado de la nube.

Tu beso se abrió  paso entre mis ramas, mi follaje,
por mi corteza oscura de hojas amarillas,
mis raíces apretadas de humus nocturno.

Tu beso, nuestro beso,
ambos lo tramamos como un complot definitivo.

Nunca tanta prisa,
tanto rocío sigiloso en la vigilia,
nunca tan eximio marinero
cuajado de tesoros y de arena.

Navegante nocturno buscando el tibio faro de tu boca,
asiladora, breve, como una chispa herida
fulgurando en medio de la noche.

Allí nos fuimos despojando las corazas,
con la luna, con la noche,
con la furia del Petrohué recién amanecido,
para mirarnos sigilosos, desarmados,
sedientos, lúdicos, eternos y guerreros
sin más armas que el latido apurado de las bocas,
sin más fuerza
que el calor
de los
sentidos.

Averías



La palabra amigo
es como un buen bisturí
ha de curarnos las heridas
o rebanar la entrañas
como una sierra carnicera

Todavía tengo algunos destrozos
ocultos entre las vísceras.




La poesía ha perdido su vínculo con el lejano lector... Tiene que recobrarlo... Tiene que caminar en la oscuridad y encontrarse con el corazón del hombre, con los ojos de la mujer, con los desconocidos de las calles, de los que a cierta hora crepuscular, o en plena noche estrellada, necesitan aunque sea no más que un solo verso... Esa visita a lo imprevisto vale todo lo andado, todo lo leído, todo lo aprendido... Hay que perderse entre los que no conocemos para que de pronto recojan lo nuestro de la calle, de la arena, de las hojas caídas mil años en el mismo bosque... y tomen tiernamente ese objeto que hicimos nosotros... Sólo entonces seremos verdaderamente poetas... En ese objeto vivirá la poesía...


Pablo Neruda

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CURRICULUM VITAE


Nombre : Gabriel, autobautismo.
Edad : Algunas decenas, cientos, a veces miles.
Nacionalidad : Poeta, por licencia especial de mi patria Poesía.
Estudios : Siempre inconclusos.


Antecedentes a) : Oficinista,
tecnócrata,
de vasta experiencia
en burocracia oficial y alternativa.
Ex funcionario de casi todas las cosas que aún funcionan.
Superviviente anclado
al carrusel de los sistemas.


Antecedentes b) : Aprendiz incorregible de los sueños.
Profesional, independiente
por rigores propios de la historia
(y del común bienestar de la comunidad toda).


Irreconciliable antagonista de la tijera,
enemigo declarado de la cuerda de nylon
y de la soldadura,
que todo lo fija
en su marco de rígida postura,
oponente acérrimo
de la añoranza cautiva
por el reino perdido,
de la divina ordenanza
del Ancian Regim.


Amante confeso
del feble hilillo de la vida,
admirador del beso cálido
en el extasiado embeleso de las formas.


Amigo del susurro,
del grito victorioso
en la contienda
por el canto de la tierra,
yo vengo con el hombre de estos tiempos,
yo agito en ese canto mi bandera,
pero acá mi democracia es más perfecta,
aquí hasta la sílaba,
el balbuceo de verso
con su intención de poema,
el atisbo de palabra apenas musitada
encuentra su acogida,
en mi complejo empedernido
de abuelo filólogo.
Acá en mi verso, las minorías,
aunque exiguas,
se expresarán siempre.


Pretenciones de renta : Conversables.

Después de todo, ella tiene nombre de mujer







Porque dejo la vida detrás de tus pasos
con el afán impetuoso de alcanzar tu velo,
aunque solo tu sombra alcanzo de un trazo
en el intento, emocionado, me desvelo.


Despliego entonces mi arsenal secreto
odas de prístinas rimas y dulces latidos,
pero a menudo emergen sólo mamotretos
repletos de espanto y lúgubres gemidos.


Hasta cuándo el intento, que en afán construye
la seducción ciega de tu candor, poesía,
no me condenes al desencanto que destruye,


por el fatal intento de hacerte siempre mía.
Más tú –novia indecisa– que del altar huyes,
bien sabes que tras tus pasos, me pasaré la vida.

SER (O NO SER)




Si fuera poeta,
tu nombre se declamaría
en intensas noches de tertulia y recitales.

Si fuera poeta, te inventaría
ese trino de cristal
que huele a sol por las mañanas.

Si fuera poeta, entonces,
te desnudaría, sigiloso,
para bañarte de luz con mi beso tibio.

Si fuera poeta, galardonado
pletórico de urgencias,
y con suficientes poemas en el cielo,
te cautivaría
con aquel susurro tenue por las noches,
para horadar el mágico silencio
de tu voz adormecida.

Aunque si fuera poeta,
extrovertido y sublime,
me desviaría,
miraría más la hoja que tu rostro,
estallaría encandilado
como un relámpago de fuego
con su catarata de letras,
rasguñaría tu cuerpo
con mi pluma intermitente.

Si fuera poeta, de seguro
me tentaría,
cual inexperta quinceañera, resbalaría
en el sutil ejercicio de la verdad más pura,
para sembrar
el húmedo fulgor de la palabra.

Pero si fuera poeta,
sobre todo
con qué facilidad me enrolarían,
me etiquetarían
como si fuera el producto de algún hipermercado.

Cubierto de rótulos me retorcería,
me perdería,
Ido del camino me tumbaría.

Me excitaría más con las aristas de la crítica
que con mi propia poesía.

Si puera poeta -actual- comunicado,
con celular touch e internet incorporada,
me ocuparía más de de la última edición de mi colega
que de hurgar por la corola de la letra.

Aunque si fuera poeta,
probablemente,
podría derivar a sastre, panadero,
o jardinero,
-A fin de cuentas nada,
según Laborum.com-
mejor a un loco costurero,
para hilvanar con tu nombre
y los nombres de otros nombres
el único canto que al fin quiero,
para tejer el anhelo de mi verdad (o quimera),
para lanzar todos juntos
el estruendo
de una bomba de paz
sobre la Tierra.



Pretexto de náufrago




En un círculo se confunden el principio y el fin”.

 Heráclito  (Fr. 103)


Y si después de todo
alguien se animara a leer estos versos
¿qué encontraría en el fondo de estas letras?
acaso un vaso de agua con estrellas,
un río de luces perdido en tus pupilas,
o un delirio de flechas sobre el campo verde.

Pudiera ser que alguien con la paciencia de un gato
sobreviva a la esperanza de encontrar un ángel
salpicado de purezas y visiones celestiales,
(acaso pretenda una promesa de diamantes para sus manos tersas),
o un arco iris de miel donde su boca se esconde.

Sin embargo, si se afina de tacto y de oídos,
si rebusca en el sinuoso recodo de la tinta apenas develada,
si contiene respirar en los raudales de estas rayas somnolientas,
puede ser que atisbe estos fonemas, estos auxilios, estos cascajos, en fin,
solo arena de palabras encalladas.

Amigos, eso es todo,
acá no hay más tesoro que un pretexto ardiendo,
una excusa para quemar el corazón de todos,
porque un día, a pesar de nosotros, un día todos seremos uno.